La verdad sobre la muerte de Galileo Galilei

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La historia nos depara ejemplos de polémica y tergiversación de los hechos. La historia, dicen, la cuentan los ganadores.

Pero la historia no miente. Miente quien cuenta mentiras históricas. El ser humano se ha ido acostumbrando a mentir, utilizando para ello las ciencias y las artes en su interés. La política, administración de la polis, de las ciudades y pueblos, se ha servido con indecencia de manipulaciones de efecto ideológico, para adulterar el discurso de la opinión pública.

Otras veces, sin ir tan lejos, la sencilla pero soberbia ignorancia acumulada por años podría hacer frente a los datos más rigurosos, confeccionando con mayor o menor intensidad una suerte de prejuicios arraigados sin mayor causa que la pereza iletrada, pero de consecuencias salpicantes, que siempre es honroso tratar de combatir.

La verdad sobre la muerte de Galileo salpicó -y sigue haciéndolo- a la Iglesia.  No seré yo quien defienda a la Iglesia en lo que concierne a su actitud frente al progreso científico a lo largo de los siglos. Sin embargo, al César lo que es del César. El rigor es lo primero, le favorezca o no a un servidor.

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Galileo Galilei
Retrato de Galileo Galilei, Ottavio Leoni
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A Galileo Galilei, hombre del renacimiento, sabio y genio de la revolución científica, considerado padre de la ciencia, no lo ejecutó la Inquisición, como es creído todavía. A muchos nos hubiese gustado -no por crueldad, no piensen, sino por acrecentar el mito del científico contra la autoridad- que los últimos días de Galileo, los hubiese pasado refutando a sus enemigos, apuntes en mano, como de hecho hizo en más de una ocasión.

Los estudios rigurosos (dichoso rigor, lejos de cuya calma no me siento cómodo) apuntan con objetividad hacia lo que sabemos e ignoramos. O dicho de otro modo, sabemos sobre qué partes del famoso proceso de Galileo podemos descansar y sobre cuáles sólo sentimos pinchazos y dudas.

Galileo no ardió en la hoguera. Nació, por lo visto, el 15 de febrero de 1564 en Pisa, y murió con casi 78 años, de muerte natural, en su casa, una villa de Arcetri, a las afueras de Florencia. He encontrado una diferencia de hasta un año comparando registros de documentos oficiales. Esto puede deberse a que en la época, en Florencia, los años empezaban a contarse el 25 de marzo, Encarnación del Señor.

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Unas notas de Vicenzo Viviani, discípulo de Galileo que le acompañó al menos los dos últimos años, dicen así, en referencia a los meses finales del maestro:

sufre una irritación constante y casi insoportable en los párpados […] Y otros achaques que trae consigo una edad tan avanzada, sobre todo cuando se ha consumido en el mucho estudio y vigilia».

No fue ejecutado ni condenado a muerte, pero sí a prisión (si bien no llegaría a ir a la cárcel), padeciendo la execrable manía persecutoria de los Santos Padres contra todo alma que se desviase de la cosmovisión tradicional, que partía de la Tierra como centro del mundo. Esa cosmovisión era sin duda más coherente con la perspectiva cristiana, de un mundo creado por Dios en vistas al hombre y su redención por parte de Jesucristo.

Los dos momentos decisivos en la condena del astrónomo se suelen dividir en dos procesos: el de 1616 y el de 1633. Previas al decreto, las deliberaciones de la Santa Sede, ofrecieron la opinión a once consultores del Santo Oficio, quienes tuvieron a bien dictaminar, el 24 de febrero de 1616, que sostener que el Sol está inmóvil y son los planetas los que giran a su alrededor (heliocentrismo) es absurdo en filosofía y una herejía formal porque contradice muchos lugares de la Escritura.

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Galileo ante el Santo Oficio
Galileo before the Holy Office, Joseph-Nicolas Robert-Fleury

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Luego, en  la Congregación del Índice, se decretó que la doctrina heliocentrista era falsa y opuesta a la Sagrada Escritura. Se acusó a Galileo de sostener el sistema heliocéntrico, que ya los pitagóricos propusieron en la antigüedad y que en la época moderna defendió un canónigo polaco que respondía al nombre de Nicolás Copérnico. De forma automática, se incluyeron en la lista de libros prohibidos todos los que enseñaran dichas doctrinas que iban contra la fe y la Biblia. Galileo fue amonestado y amenazado, instigado para abandonar la teoría heliocéntrica y abstenerse de defenderla.

El segundo proceso, por el que Galileo fue condenado, tuvo lugar en el convento dominicano de Santa María. La sentencia declara que Galileo es condenado a prisión de por vida (pena conmutada por residencia de por vida por Urbano VIII) y su obra es completamente prohibida. Asimismo, fue obligado a abjurar. El astrónomo está agotado, por los constantes viajes de Florencia a Roma y el trato recibido.

Confinado, en su residencia (y con un pequeño traslado autorizado hacia la costa), Galileo concluye sus Discursos y demostraciones en torno a dos nuevas ciencias, que consiguieron pasar la frontera gracias a ciertas visitas y fueron publicados en 1638 en Holanda.

Rodeado de sus discípulos, viejo, cansado y ciego, murió el maestro en 1642, dejando tras de sí una historia apasionante, plagada de grandes seguidores y detractores, y llevándose consigo el heraldo que pocos pueden, como cofundador de la ciencia experimental moderna.

 

Publicado por Luis Cortés Briñol

Página personal y profesional de alguien que dedica horas a leer, investigar y escribir sobre diversos temas y que tiene la osadía de pensar que pueden interesar a alguien más.

48 comentarios sobre “La verdad sobre la muerte de Galileo Galilei

  1. Hola Luís,
    muy interesante, como siempre, este post.
    Sé que igual (o seguro) te provocará urticaria lo que voy a decirte, pero permítemelo, plis. A tenor de lo que nos escribes, me pregunto si merece la pena utilizar la vida como lo hizo Galileo. Nosotros le debemos mucho, seguro, pero…No sé. Díme superficial si quieres. Tal vez la mía sea una visión más egoísta de la existencia, o más cobarde, pero al igual (creo) el pobre hombre habría muerto más feliz y más tranquilo abandonando su cruzada contra la ignorancia. Quedándose con su verdad y con su vida, disfrutando del espectaculo grotesco que a sus ojos seguramente le ofreció la sociedad en que le tocó vivir. Contemplando amaneceres, soñando brisas dulces, amando apasionadamente, escuchando música hasta decir basta…Yo que sé. No me parece inteligente morir por el Saber. Con respeto y gratitud hacia él, conste.
    Saludos,
    N

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    1. Muy buen comentario, rebozante de cosmovisión ideal para muchos. Sin embargo, muchos tendemos a juzgar hechos históricos cuando ya ha pasado la tormenta, con la visión actualizada y enriquecida de hoy con todo el bagaje que nos han heredado. Para Galileo sostener sus hallazgos era importante y ante la atmósfera de involución y tiranía eclesiástica que él y muchos percibían, no es difícil deducir que lo que movía a Galileo era desnudar las mentiras infames y manipulación de la Iglesia, aunque en ello le fuera la vida. Colosal acto que trascendió e inspiró a no pocos seres humanos;mucho mejor que retirarse a ver como sus ideas fenecían sin ser oídas y desaparecer la posibilidad de impactar a la humanidad para su progreso. Saludos desde Puebla.

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      1. Pero si termino sus dias en su casa! Los que si se jugaron la vida y conquistaron la libertad para opinar fueron los luteranos que propagaron la biblia en idioma comun.Antes ya lo habian hecho otros como Tindale (no se se escribe asi) Galileo era un protegido del Papa y tenia intereses politicos ligados a los burgueses.

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  2. Gracias Luis, yo tampoco lo sabía. Pensaba que la inquisicion lo mató y no me extrañaría porque lo han hecho en otros casos, verdad?

    La iglesia siempre ha querido tapar el progreso de la ciencia para tener el monopolio de los ciudadanos y el poder.

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  3. Sí Clap. En otras ocasiones, el tribunal de la Inquisición condenó a ejecución en la hoguera a otros personajes relevantes de la ciencia moderna.

    Es el caso de Giordano Bruno, defensor del copernicanismo que sostuvo la hipótesis de que existan muchos mundos habitados. Al sostener doctrinas más o menos heréticas, fue quemado tras su condena por la Inquisición romana en el año 1600.

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  4. Estimada Núria,

    No te preocupes por la urticaria… Hay buenas pomadas. Un poco de escozor sí que siento, ahora que lo dices… Oye, al que le pique, que se rasque.

    Créeme que he pensado en ello muchas veces. No es ninguna tontería lo que planteas. ¿Dedicar una vida al estudio más exigente? ¿Tiene sentido si nadie te comprende y sirve como excusa para provocar el rechazo o la soledad? Le he dado muchas vueltas, por la parte que me toca.

    Salvando la infinita distancia entre la mente de Galileo y la mía, puedo prever las consecuencias de mis actos, y puedo sentirlas cuando están encima. De algún modo, yo, tú, todos, tenemos que escoger. ¿En qué quieres emplear tu tiempo? Pero hay cosas, amiga, que no se eligen… Te eligen. Se llama vocación.

    Para mí, Núria, el estudio no es un juego (aunque me divierta e ilusione); no es un pasatiempo (aunque me lleve largas horas cada noche); no es ya una opción. Lo siento tan dentro, tan profunda, tan intensamente, que no puedo escoger… Sólo puedo ser. Y ser, para mí, es estudiar el mundo. Ser, es ser intelectual. En «El autor» digo:

    «Vivo la intelectualidad como una realidad que raya en lo privativo (vivo a través de la intelectualidad).»

    Me refiero justamente a esto. Vivo a través de mi pensamiento. No quiero decir, no se me entienda mal, que la vida sea sólo intelectualidad. Por suerte no es así. Hay brisas y sonrisas, hay amor, hay personas. Desde luego. Pero no pueden suplir el pensamiento y la reflexión, el estudio, las ansias de saber. En mi caso, por lo menos, no pueden.

    Cuando sobrepasas un límite (hay quienes nunca lo llegarán a atisbar), y yo lo he hecho a veces, llegas a ver a los demás, a los amigos, como un impedimento para avanzar en tu trabajo intelectual. Necesitas más horas para pensar, para pasear solo, para escucharte… Otras veces dudo, sobre si es lo mejor que puedo hacer en ese momento… A veces pienso ¿vale la pena? No estoy a salvo del pesimismo.

    Creo, con humildad, que puedo entender a Galileo. ¿Puede haber algo más tentador que saber? Era un hombre muy inteligente. Más que eso, era un gran sobre dotado, un fuera de serie, un GENIO. Tenía la certeza de que el mundo no era como interesaba al poder. Los planetas no obedecen a los intereses humanos. Él lo sabía. Y quiso descubrir a qué intereses obedecen. En su mano estaba la verdad. ¿Cómo callar ante eso? ¿No es la verdad más valiosa que su propia felicidad?

    A veces el precio a pagar es muy elevado. Pero no cabe opción para una mente inquieta. Vemos, algunas personas, alejarse la calma del que se conforma o del que se rinde, y la envidiamos en parte. Conozco mucha gente sin preocupaciones profundas, que vive del día a día. Sin más tema que lo que acontece en el instante. Sin más curiosidad. No se detienen a pensar, no les interesa. No ven la injusticia, el dolor, el saber… Están muertas en vida. Son fantasmas. (Soy consciente de que despertaré urticarias a otros con esto.)

    Galileo se topó con muchos fantasmas en su vida. Y fuertes enemigos quisieron tumbar sus ilusiones y proyectos. Estoy convencido de que pensó en tirar la toalla alguna vez. Torturado por la incomprensión y el desesperante vacío a su derredor. Pero no lo hizo. Trabajó hasta su muerte.

    ¿De verdad piensas Núria que Galileo hubiera sido feliz (o más feliz) lejos de su trabajo exigente? Yo creo, y esta es mi opinión, que para ciertas personas el saber es su vida. No mueren por el saber. Viven para saber, por el saber. Lo inteligente es vivir conforme a tu felicidad. Lejos del saber, no hay más que aburrida tristeza para ciertos seres humanos.

    Dedicar toda una vida al saber (con el carácter de herencia que tiene todo saber) es un acto digno de agradecimiento eterno. El resto de seres humanos nos vemos enriquecidos por esa dedicación. La vida del que sólo vive para sí (opción respetable por otra parte) no trasciende su círculo. Nos es indiferente, salvo que pertenezcamos a él.

    Supongo, amiga Núria, que llega un momento en el que la dedicación de personas como Galileo pasa de ser un acto elegido a ser un acto necesario. Es la transición del querer al deber. Él sintió que debía hacerlo, pues un bien mucho mayor que su propia vida estaba en juego.

    Y gracias a su felicidad o infelicidad, pudimos conocer mejor nuestro mundo.

    Un saludo, y gracias por tus aportaciones, siempre sugerentes.

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  5. Espero pueda redimirme, querido Luis, del hecho de que en meses no me haya dignado a visitado su página. Yo lo he redimido ya (y lo haré por siempre) de sus ausencias. Al menos siempre que las comprenda. De momento, al menos, las entiendo mejor que nadie.
    Pero vayamos al grano. Nutritivo y apasionante grano, por cierto. ¿Qué tema puede haber más interesante que el del sentido de la vida, que el de la felicidad? Efectivamente, don Luis, introduce usted una pregunta sumamente interesante: ¿en qué quieres emplear el tiempo? Está claro que debemos escoger.
    Una vez, una mujer que, sin duda defendiénsode por sentirse aludida, respondía a tantas y tantas pesronas que se quejan de que leemos poquísimo, dijo que los que leían mucho era porque tenían vidas muy vacías. Venía a decir, sencillamente, que ellos leían tanto porque no tenían otra cosa que hacer. Ella, sin embargo, quedaba con frecuencia con amigos, le gustaba mucho la informática, etc. Leyendo, sencillamente, se aburría soberanamente.
    Algunos tal vez crean que se aburría porque había leído muy poco y, por tanto, no había llegado a encontrar aún un buen libro, un libro que le gustase, que le llenase. Tal vez tengan razón, pero no caigamos en el error del falso consenso, en el error de creer que a lo que nosotros nos llena también tiene que satisfacer, necesariamente, a los demás. Este error parte de la incomprensión (y por tanto de la ignorancia, tan atrevida ella) del hecho de que cada persona es un mundo. Hasta tal punto esto es así, que no existen las enfremedades, sino los enfermos.
    Parece que a esta señora se le olvidó esforzarse por comprender que hay gente que puede disfrutar tanto de la lectura, como ella lo hace de una conversación con un buen amigo. Puede, incluso, que aquellos que vociferan porque se lea tan poco, hayan pasado igualmente por alto la posibilidad de que esta señora, como muchas otras personas, no disfruten realmente leyendo; o, al menos, que disfruten mucho menos de lo que disfrutan ellos mismos. ¿Cómo podría llegar a comprender la mayoría de la gente que usted, Don, pueda realmente llegar a tener una ilusión desmedida e inimaginable cuando se encierra durante días en su casa, inmerso en la redacción de un ensayo apasionante y en la lectura de 16 libros a la vez?
    Voy a contar una pequeña anécdota que ya le conté a usted, Luis, y que supongo que recordará: hubo una época, años atrás, en la que estuve en un estado de lucidez intelectual enorme. Creo que si me hubiesen hecho en esa época un test de inteligencia, por raro e incomprensible que pueda parecer, habría dado un C.I. muy superior al que usualmente (perdóneme, Don, por el adverbio) tengo. Entre otras muchísimas cosas, en aquella época me llamó mucho la atención que al leer el libro que a la sazón estaba leyendo, “La fiesta del chivo”, era capaz de visualizar con total nitidez las descripciones que aprecían en el libro. Sencillamente, las veía con completa claridad en mi mente, cosa que habitualmente no me ocurre en absoluto. Usted, Luis, me dijo que eso a usted le ocurría constantemente, cosa que no me extrañó, pero que por otra parte no me había parado a pensar. Lógicamente, disfruté mucho de la lectura del libro, y no sólo porque me guste mucho cómo escribe Vargas Llosa, o porque el libro no estuviese nada mal. Disfruté también por ser capaz de visualizar tan vívidamente determinadas escenas; es como si yo mismo lo viviese. ¿Podría ésto tal vez arrojar un poquito de luz sobre el porqué de que algunas personas puedan disfrutar más de la lectura? Lógicamente hay lecturas y lecturas, y que a uno le guste leer no significa que tenga que disfrutar de la lectura del “Fumar puede matar” de los paquetes de cigarrillos. Yo mismo creo que he perdido mucho tiempo leyendo determinados libros, aunque tampoco soy, como usted, Luis, un devoto de la lectura.
    Dejando a un lado el tema de la lectura, a algunas personas, aun no siendo superdotadas, puede resultarnos curioso que haya personas que no sientan la espuela del afán por conocer, del gusto por la reflexión. Sin embargo, creo que no estoy dejando de ser prudente si afirmo que las hay. Sería muy interesante analizar las causas, pero eso deberá dejarse para otro debate o teretulia. No obstante, don Luis, creo que yerra completamente al decir que “conozco mucha gente sin preocupaciones profundas, que vive del día a día. Sin más tema que lo que acontece en el instante. Sin más curiosidad. No se detienen a pensar, no les interesa. No ven la injusticia, el dolor, el saber… Están muertas en vida. Son fantasmas.” Y si creo que yerra, don Luis, no es porque dude de que las conoce; yo también las conozco, pero creo, al contrario que usted, que no tienen por qué estar muertas en vida. De hecho, muchas veces no lo están. Suelen estar tan vivas como yo y como usted. O tan muertas, en ocasiones. A mí al menos la experiencia no me ha venido a mostrar que la mediocridad esté reñida con la felicidad. Es muy posible que lo contrario tampoco sea cierto, como muchas veces se ha planteado, pero pensar (no sé si era su intención) que la indiferencia por el conocimiento de la realidad fabrica personas infelices…
    Por otra parte, la gente sin curiosidad intelectual, la gente a la que no le gusta ni interesa pensar, no están condenados a no poder ver la injusticia o el dolor. Estoy incluso seguro de que pueden llegar a ser, por qué no, empáticos, y mucho. Lo contrario nos debería llevar a la conclusión de que son muy pocos los capaces de empalizar y de ver la injusticia y el dolor. Es cierto que al contemplar la injusticia o el dolor, dificilmente podrán profundizar en su esencia, en sus causas, etc. Sin reflexión y sin curiosidad, esto no es posible.
    Y, bueno, la verdad es que me gustaría decir más cosas, pero el protagonismo que estoy acaparando me parece ya excesivo. Un saludo a usted, Don, y a todos aquellos que se interesan por esta página tan buena (es por eso por lo que no me meto mucho: lo bueno, si breve… ;-) ).

    Undiadeabril

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  6. Querido «Undíadeabril»,

    No sólo le redimo sino que le libero de sus pecados y le transmito mi complacencia más absoluta por dejarse caer de nuevo por aquí.

    Es siempre bienvenido usted, más cuando tiene debates en el tintero que sacar a relucir, y los hace amenos (sensée). ¿Puede ser que haya despertado algo de urticaria en usted alguna de mis posturas?

    Jugamos con ventaja respecto a otros lectores de la página, puesto que nos conocemos en persona y podemos discutir sobre tales cuestiones por largas horas. De hecho, ya hemos hablado en más de una ocasión del gran tema: la felicidad.

    Si bien el artículo no lo trata, en los comentarios fue Núria quien propuso unas palabras sobre el eterno bien perseguido. ¿En qué queremos emplear nuestro tiempo? ¿Qué relación tiene eso con ser feliz?

    Un debate serio requeriría unas cuantas horas y una dedicación que desde estas líneas no nos podemos permitir. Habría que concretar qué entendemos por felicidad, mediocridad, ignorancia, conocimiento, etc. Harto complicado a través de Internet. No obstante, podemos ir dejando pistas sobre nuestra forma de ver el asunto. Ir discutiendo algunos detalles. Y hacerlo no muy pesado, por el bien de quienes leen.

    Tengo en mente escribir un artículo sobre la «felicidad del ignorante». Siempre se ha dicho que el que vive en la ignorancia es más feliz, o tiene más facilidad para serlo. Otro de los tópicos relacionados es que las personas muy inteligentes se enfrentan, por serlo, a vidas más atormentadas e infelices.

    Creo firmemente en la falsedad de ambas percepciones. Ni el ignorante es más feliz, ni es más infeliz el inteligente. Insisto en que aventurar sobre lo dicho sin saber a qué me refiero con ignorancia y felicidad es demasiado arriesgado; se corre el riesgo de la malinterpretación. En todo caso, ¿qué es la felicidad? ¿Qué estado vive la persona ajena al mundo? ¿No será que confundimos felicidad con satisfacción, bienestar o conformismo?

    Por centrar el discurso en su réplica le diré que, en mi opinión, pensar que quien lee mucho es porque tiene vidas vacías es una soberbia estupidez. Podríamos decir, siguiendo un orden de deducción igual de absurdo, que quien no lee es porque no se atreve a pensar. No tiene sentido ninguna de las frases. Me gustaría haber preguntado a su amiga qué entiende por vida «vacía». ¿Vacía de qué?

    Dice usted: «no caigamos en el error del falso consenso, en el error de creer que a lo que nosotros nos llena también tiene que satisfacer, necesariamente, a los demás».

    De acuerdo al completo. Y reconozco con honestidad que he fallado mucho por ahí, sobre todo en mi pasada niñez. Es más, me atrevo a decir que, en el fondo, a todos nos gustaría que los demás disfrutasen a nuestro lado de aficiones comunes, ¿no es así? Probablemente no haya sino un afán de compartir, de no sentirse solo, en ese intento constante de seducir a los otros con nuestras pasiones. Yo, a estas alturas de la partida, amigo, no creo ya que lo que me llena habrá de hacerlo de necesidad a otros. Y más me vale, por cierto. La realidad me ha puesto en mi lugar, pero encuentro humano lamentarse por no poder compartir ilusiones. Y sigo haciéndolo de cuando en cuando…

    «Puede, incluso, que aquellos que vociferan porque se lea tan poco, hayan pasado igualmente por alto la posibilidad de que esta señora, como muchas otras personas, no disfruten realmente leyendo; o, al menos, que disfruten mucho menos de lo que disfrutan ellos mismos.»

    Desde luego, y es sabio comprender al prójimo. ¿Empatía? No sé, según cómo la defina. Si por empatía usted entiende comprender el estado emocional del otro para respetarlo o ayudarle, sí. Pero si entiende «sentir con el otro lo que el otro siente», no tanto, no como alguien que sea más parecido a esa persona.

    Verá, yo puedo establecer un paralelismo entre lo poco que a mí me gusta el fútbol (de hecho, nada) y lo poco que a cierto sujeto (verbigracia esa mujer de la que habla) le atrae la lectura. Sin embargo, no podré reproducir en mí la sensación de aburrimiento ante las lecturas o el aprendizaje por el sencillo motivo de que nunca lo he sentido. Es más, no concibo mi vida sin la lectura y la escritura. No la puedo imaginar con rigor.

    «¿Cómo podría llegar a comprender la mayoría de la gente que usted, Don, pueda realmente llegar a tener una ilusión desmedida e inimaginable cuando se encierra durante días en su casa, inmerso en la redacción de un ensayo apasionante y en la lectura de 16 libros a la vez?»

    Y que lo diga. Muchas personas, muchísimas, no lo entenderán nunca. En verdad -y usted lo sabe- mi ilusión en ese momento es desmedida. Lo ha definido muy bien. Y debo darle toda la razón. No puedo, es más, pretender que lo entiendan. Sólo que me respeten. En tal caso, una persona que disfrute con lo mismo, podrá ser más empática a su vez, ¿no es así?

    Por otra parte, asegura usted que yerro completamente al decir que “conozco mucha gente sin preocupaciones profundas, que vive del día a día. Sin más tema que lo que acontece en el instante. Sin más curiosidad. No se detienen a pensar, no les interesa. No ven la injusticia, el dolor, el saber… Están muertas en vida. Son fantasmas.”

    Bien, creo que sería capaz de explicárselo a la perfección tomando algo y charlando un rato. El punto en que usted discrepa es, a saber, en el de que «no tienen por qué estar muertas en vida. De hecho, muchas veces no lo están. Suelen estar tan vivas como yo y como usted».

    Cuando digo «muertas» obviamente no me refiero a que no tengan ilusión, esperanza, deseos; no quiero decir que no les lata el corazón, ni que sean autómatas (si bien puedo presentarse algún caso con el que estoy convencido de que le haría dudar…). De lo que yo hablo es de algo más profundo.

    Hay personas que, por el motivo que sea, no desarrollan su faceta intelectual, reflexiva, artística, filantrópica, crítica, humanista…, están muertas en esos terrenos, puesto que no los alimentan. Muchas veces sin tener culpa de ello, dejan de lado territorios antes de haberlos conocido. Muchas veces, no han tenido oportunidad.

    Pero no limite mi frase a la «curiosidad intelectual». Su alcance es más vasto. Y lo refiere usted luego, cuando dice: «Es cierto que al contemplar la injusticia o el dolor, dificilmente podrán profundizar en su esencia, en sus causas, etc. Sin reflexión y sin curiosidad, esto no es posible.»

    Ahora yo le pregunto, ¿no es cierto pues que sin profundizar de tal modo, se situarán en un plano muy inferior de comprensión psicológica, formal, sentimental, y por tanto serán más incapaces de gestionar sus emociones al respecto y, por tanto, de mejorar sus situaciones? Piénselo.

    «la indiferencia por el conocimiento de la realidad fabrica personas infelices».
    Es su frase y no la mía. No me atrevería a afirmarlo. Pero no obstante, cuanto mayor es el grado de conocimiento de la realidad (exterior, interior, pasada y presente, histórica, etc), mayor es el grado de control sobre nuestro modo de encajarla. ¿Discrepa también de esto?

    En fin, amigo, ya me contestará si le place. Por mi parte, es un auténtico gusto tenerle por aquí, sobre todo ahora que tan poquito nos vemos cara a cara. Su compañía es siempre grata.

    Hasta más ver,
    un fuerte abrazo.

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  7. De un Luis a otro Luis:

    Es la primera vez que veo su pagina y lo felicito por el tratamiento del tema.

    La lucha contra la oscuridad es permanente en la historia y hoy en dia Galileo sufrirìa los mismos problemas y por los mismos personajes.

    Su caso fuè totalmente paradigmatico, moviò una piedra muy grande de la mentalidad medieval y nunca lo aceptaron.

    Por mas que ahora el Vaticano se vanaglorie mostrando un observatorio propio en las afueras de Roma, siguen en la misma… y tambien todos los demas.

    Los poderosos de turno solo quieren perpetuar su poder y no escuchan lo que no les conviene, aunque hagan ridiculos fenomenales.

    Si la tierra se mueve o no en realidad nunca les importò.

    Hay «otros» movimientos ahora que son resistidos de la misma manera y no importan cuantas explicaciones se puedan dar… seguiran ciegos y sordos.

    A mis 63 años puedo ver cada vez mas claro que la mentalidad medieval sigue tan vigente como en la epoca del genial Galilei, solo cambio de «temas».

    Cordialmente desde Mar del Plata, Argentina.
    Luis Cicardi

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  8. La verdad, desde un principio lo que ofende no es que la Insquision haya o no matado a Galileo!!… y de hecho tiene mucho sentido!!

    Lo que realmente ofende es la forma como fue cayado y silenciado, lo cual en un principio para mi es una humillacion mas grande que la misma Muerte… Y no solo fue a el, la forma como fueron tratados muchos defensores del Heliocentrismo como Copernico, deja mucho que desear de la Justicia en esos dias.

    Considerando ademas de la Fidelidad de los Documntos de Apoyo!! Pues si hasta en la Actualidad se cometen Errores (Ya sean Accidentales o Inducidos) Notariales en Archivos, no veo el Porque de la Autenticidad!! (Simple conjetura, pues vale mas las Letras de dicho articulo que las que se estan leyendo ahora mismo).

    Y pues para terminar, la verdad me da mucha risa ver como juegas con las palabras…. Lo digo especialemente por el comentario:

    «A muchos nos hubiese gustado -no por crueldad, no piensen, sino por acrecentar el mito del científico contra la autoridad-»

    Amigo… Si las Bases mismas de la Iglesia se construyeron frente a este mito… Entonces no entiendo la razon de ponerlo a colacion en el Ensayo!!, Simplemente es una Burla que desde Cain y Abel hasta Camilo Torres o el Che Guevara han seguido parte de este Mito deseado!!

    Sin duda alguna, Esta es la viva muestra que la Iglesia Inquisidora no solo buscaba el Ascecinar personas, sino Preservar su Estirpe y su Poder a pies de otras ramas!!

    De ninguna manera se ha perdido la crudeza de la Inquisicion y de su Dios frente a la Mano del Hombre y de la Naturaleza.

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  9. Luis Cicardi,

    como tocayo suyo me alegra saber que ha resultado de su agrado el sitio. Al respecto de lo que dice, parece cierto que cuando uno repasa la historia, en más de una ocasión toma buena cuenta de la manipulación y el oscurantismo que se imponía desde las tribunas de poder. «Esto me suena», he pensado en no pocas ocasiones.

    Sin embargo, frente a lo que pueda parecer, la Edad Media, que sin duda fue una época de fe, también lo fue de apasionada búsqueda de la razón. A ella debemos la evolución del estado, la ciudad, la universidad, los derechos del individuo. Aunque, claro está, bien regido por el clérigo.

    Si comparamos la situación teocrática de muchas regiones del mundo e, incluso, el contexto actual de las líneas de pensamiento próximas a la Iglesia Católica, no es exagerado decir que respecto a diversas realidades seguimos viviendo en la Edad Media.

    Un saludo desde España.

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  10. Gabriel Talero,

    dice usted en su comentario: «Lo que realmente ofende es la forma como fue cayado y silenciado, lo cual en un principio para mi es una humillacion mas grande que la misma Muerte.»

    Pienso lo mismo. Sin embargo no entiendo bien el origen de su risa cuando comento:
    «A muchos nos hubiese gustado -no por crueldad, no piensen, sino por acrecentar el mito del científico contra la autoridad- que los últimos días de Galileo, los hubiese pasado refutando a sus enemigos, apuntes en mano, como de hecho hizo en más de una ocasión».

    Obviamente no me refiero a que me hibiese gustado que ejecutasen a Galileo. Lo que quiero decir -y digo- es que fue la severa labor de segregación la que apartó a Galileo de la posibilidad de rebatir a sus oponentes. Precisamente, la «forma como fue cayado y silenciado» a la que hace referencia es lo que critico.

    Galileo murió sólo y deprimido, apartado por incómodo e indeseable para el poder. La historia de siempre.

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  11. Luis
    Los filósofos en potencia hemos leído la historia de la filosofía. Base que nos permite opinar con veracidad
    De la única forma que desarrollaremos y haremos “escuela” para que las generaciones posteriores lean lo escrito es respetando sus propias convicciones. Lo mas puro del intelecto de cada uno son las ideas propias que se convierten en validas al estar de acuerdo con todo un universo de pensamientos, lo que les da la validez necesaria
    En mi criterio el error de las personas esta en no separar filosofía, teología y ciencias empíricas.
    En este caso no voy a la crítica de su excelente trabajo presentado, solo quería invitar a la comunidad que lo visita en esta pagina a leer los “Textos de Condena y Abjuración de Galileo Galilei, para conocer en forma mas completa la historia con respecto a esa época importante.
    Que las generaciones nuevas y renovadas investiguen y juzguen por ellas mismas y no por las convicciones de los escritores.
    La evolución de la ciencia no se la puede detener de lo contrario usted y yo no estaríamos en este medio.
    No quiero ser otro Galileo, por lo que le pido por favor mantenga este comentario, entonces mi respeto será mayor a su persona
    Army

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  12. Querido Luis, permíteme saludarte es grato saber que hay persona en el mundo que se interesan por aprender e investigar cada día más, sin embargo no estoy tan de acuerdo con lo que usted dice, por supuesto en su mayoría, en su momento le explicaré más detalladamente mis razones para emitir estos criterios.
    Justo en este momento culminaba de dar una prueba de Programación y se va acercando la Ingeniera un gusto.
    Ale

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  13. ola!
    bueno sr. luis mil gracias por la informacion que usted da, creo que esto va a salvar mi proyecto, de verdad que bueno que todavia hay gente que se dedica a investigar y no a solo juzgar como lo solemos hacer bastantes personas.
    muchas gracias.
    cuidese!
    baee

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  14. oye que bien tu teoria y la creo muy cierta esto ayuda a desmentir el hecho de que murio por la adqusicion lo cual tambien considero falso espero que esto permita saber mucho mas y no atarnos a lo primero que dicen…gracias

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  15. Me agrado mucho saber la verdad(una posible verdad), puesto a que todos buscamos eso aunque sea inconcientemente.

    Tambien me fue muy gratificante leer sus pensamientos y experiencias las cuales han comentado.

    Ciertamente, no me agrada leer , o por lo menos, las cosas que en el momento no me interesan. Talves sea la edad, o simplemente no me guste. Sin embargo, me he leido todos sus comentarios, puesto a que la felicidad siempre me fue un tema bastante interesante.

    Desde siempre la curiosidad por todo me ha atrapado y coincido con Luis cuando afirma que a veces las cosas pasan de «querer» a «deber».

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  16. Arminda,

    Dice usted: «En mi criterio el error de las personas esta en no separar filosofía, teología y ciencias empíricas.»

    Y no puedo estar más de acuerdo. Es un problema de jerarquía. Cada disciplina del conocimiento, que conforma conocimiento en sí, ha de limitarse a unas «jurisprudencias» de análisis y crítica de la realidad. Ocurre a menudo que la intrusión (o extrusión) de unas respecto de otras daña el proceder ténico y además la reputación de esos «saberes disciplinados».

    «Que las generaciones nuevas y renovadas investiguen y juzguen por ellas mismas y no por las convicciones de los escritores.», dice luego.

    Me parece una excelente opción. Nada sencilla de llevar a la práctica. Será, además, un juicio a través de la convicción de los escritores, ¿no le parece? A través de la discusión que se entabla con ellos cuando se estudia su obra.

    Respecto al borrado de comentarios, puedo con mucho orgullo decir que no he eliminado ninguno de esta bitácora en lo que lleva de vida (siendo más de 600, escritos por los lectores a lo largo de tres años). No lo he hecho porque creo firmemente en el diálogo y la discusión como punto de encuentro y de partida en el viaje del aprendizaje. Sé de sobra que se estila mucho entre los administradores de páginas y bitácoras -incluso entre las que pretenden abanderar la libertad de expresión- el suprimir aquellos mensajes que no son de su agrado. Lo encuentro aberrante.

    Por ello, y salvando los casos que pudieran darse de insultos, amenazas o ataques graves hacia personas, etc., jamás eliminaré o retocaré a mi gusto comentario alguno. Es una cuestión de principio. Se mantendrán todos los comentarios que, concienzuda o espontáneamente, con más o con menos razón, mejor o peor idea, hagan quienes estos artículos leyeren.

    Un saludo cordial.

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  17. Buscando información al tun tun de genios científicos a lo largo de la historia, me encontré contigo. Luis, a mis cortas luces alcanzo a entender que la honestidad solamente entiende de la verdad. Si uno es honesto consigo mismo, y es apasionado del conocimiento, su verdad, la que le vale, es esa. Cuando uno llega a conocerse verdaderamente y respetarse, se alcanza el mejor estado para autorrealizarse y para compartir con los demás, y si llega la fuerza, puede que, como otros tantos genios, hasta llegar a la humanidad. GRACIAS.

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  18. Luis Cortés:

    Felicidades por su investigación sobre Galileo, es sumamente ilustrativa, ya que en muchas escuelas les enseñan a los niños que a Galileo lo mató la Iglesia Católica por manifestar que la Tierra se movía, en contra de la doctrina de la Iglesia que afirmaba que nuestro planeta estaba estático en el centro del universo.

    Luis, el tratamiento que hace del tema de Galileo, ayuda a las nuevas generaciones a preferir la objetividad sobre cualquier radicalismo a ultranza. Gracias.

    RESPETUOSAMENTE
    Luis Antonio Aranda Gallegos, México, D. F.

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  19. Totalmente de acuerdo con la respuesta de Luis a Nuria del dia 13 de Enero de 2008. Puede que morir por el saber no sea muy inteligente (habría que ver qué se entiende aquí por «inteligente», porque desde un punto de vista ético de la inteligencia -yo no la entiendo de otra forma- es perfectamente legítimo), pero pasa lo mismo con el que muere por un ideal político, por un ideal revolucionario, o por irse de misiones; es una cuestión vocacional: muchas veces no se elige y es de carácter irrenunciable. Plenamente de acuerdo con la línea de Luis.

    Y, efectivamente, el que sí acabó en la hoguera fue Giordano Bruno, otro mártir de la ciencia.

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  20. Luís,

    En búsqueda de la verdad, de lo que ocurrió a Galileo, me tope con esta página casualmente, que grato, lo felicito e insto a que siga adelante con su deseo de cultivarse, y le ruego sea portador de sus conocimientos, para ayudar quienes como yo, buscamos respuestas a muchas interrogantes……
    Por lo tanto, mi admiración y respeto, sencillamente fascinante su trabajo, intervenciones y comentarios, estoy encantada.
    Por otra parte, tuve mis reservas con respecto al comentario “A muchos nos hubiese gustado -no por crueldad, no piensen, sino por acrecentar el mito del científico contra la autoridad- que los últimos días de Galileo, los hubiese pasado refutando a sus enemigos, apuntes en mano, como de hecho hizo en más de una ocasión”, pero su aclaratoria me gusto mucho, ya que comprendí que fue solo una mala interpretación de mi parte, y de algunos otros, tal vez? .…Muy agradecida al Padre Creador por permitirme conocer aunque sea por este medio, a un ser tan Brillante

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  21. Xiomara,

    Muchas gracias por su interés y su admiración. En realidad no hago más que seguir mi instinto y saciar mi sed de conocimientos. Lo he hecho siempre. Sobre el comentario, es cierto que ha traído polémica. Es una cuestión de interpretación. En ningún momento quise dar a entender que me hubiera gustado un final ejecutorio para Galileo por parte de la Iglesia. Ni mucho menos. Lo que yo quería transmitir era que ojalá Galileo hubiese terminado sus días en defensa activa de sus planteamientos, contra sus adversarios incluso, por medio de la palabra. Por lo que sabemos Galileo murió enfermo, viejo, triste y poco ilusionado en proseguir con sus investigaciones.

    Un saludo afectuoso.

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  22. que lindo eufemismo «santa sede», pero la verdad debemos atribuirles conceptos reales, y eso queda reflejado en todas las atrocidaes que cometieron en el pasado, un buen dato para los surrealistas, pero de todas maneras gracias por la informacion brindada, ah saludos y que viva pasado misteriosa, gracias

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  23. Hace mas o menos 50 años se podía leer en los libros que a Galileo le habían quemado los ojos con ácido, para que no siguiera mirando por el telescopio.
    Con sorpresa, hoy no existe ningún comentario sobre esto.
    saben Uds. algo de esto?

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  24. Si la Inquisición no lo mató a Galileo, por qué el papa Juan Pablo II pidió perdón por la muerte de Galileo y los seis millones de Judíos, que la Iglesia mató y que el mismo papa dijo con remordimiento : NUNCA MÁS, NUNCA MÁS, y pidió perdón a los judíos por eso que hizo

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  25. Me interesó su comentaro sobre Galileo, a quién he respetado por su alta capacidad intelectual y por lo aguerrido ante un gigante político Económico como lo era el Sistema Religioso Católico Romano.. hasta ese entonces, y con la llegada de la reforma de uno que sí leía la Biblia y encontró las grandes diferencias e incoherencias dogmáticas de la curia con lo que decía la Bíblia. Lutero también lo persiguieron para matarlo, la historia secular lo asegura. No me parece raro que a Galileo si es que ellos no lo mataron pero si fueron parte de su muerte con el solo hecho de tenerlo preso y quien sabe si no lo torturaban. Otro caso importante para comparar la actitud inhumana de este sistema Religioso Católico ( y aclaro no de los católicos feligreses, porque ellos por ignorancia están atrapados en los grandes misterios ocultos que lo de Roma les esconden), fue la de Juana de Arco. Hay mucho que comentar pero también hay mucho que dudar sobre este expoder político, económico y religioso. Disculpen mi pobresa intelectual pero la experiencia y lectura enseña alguana que otra realidad.

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    1. Había olvidado, ¿cuántos Galileos no mataron los de ese Sistema Católico Romano con la tan cruel inquisición?, si Galileo no fue víctima de la inquisición gracias a Dios. porque él era humano y por ese mismo hecho debía ser considerado, asimismo todos las víctimas que fueron millones.
      Gracias y disculpen por utilizar más espacio.

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  26. De verdad espero y reflexionemos acerca de lo aquí escrito en el artículo; en cuanto a ello quisiera decir unas cuantas palabras. La ignorancia y el miedo hacia la iglesia es una aberración sin sentido que muchos de nosotros lectores, pudiésemos tener. En lo personal y como católico opino que debemos cruzar esas barreras e introducirnos más en lo que nos rodea y la vida que se nos ha entregado, pues el conocimiento para el hombre puede ser en sí el todo para este, en situaciones (no digo que siempre) acarreándolo y dejándole absurdas ideas, sumergiéndolo en cosas tan simples y mundanas que no hacen más que inflamar su mente, ocasionando un desprecio arraigado por la religión.
    El conocimiento para mí es muy importante, no niego que me encanten las revistas de ciencia, y arte, tuve la oportunidad inclusive, de leer en su totalidad los libros de texto de primaria que se me fueron entregados desde que era apenas un niño, donde recurrentemente encontraba información con respecto a temas como la evolución del hombre, el Big-bang, e inclusive, acerca de la «condena’’ de Galileo por parte de la inquisición. Saben, no por eso me escandalice, no quise convertirme en un fanático más, de esos que atacan sin razón y alimentan el ego dentro de ellos mismos para satisfacer el “yo interior”, creyendo que el conocimiento llenara esos “huecos” en su vida impidiéndoles de tal forma ver más allá de los artículos de aquellos seudocientíficos que satanizan a la iglesia católica y la religión en general. Reitero, en lo personal, que el conocimiento y el deseo del saber no son para nada absurdos y contrarios a la religión, siempre y cuando no nos entreguemos de forma tan soberbia a estos y, leamos los que de verdad valen la pena. No menciono alguno en específico ni mucho menos pretendo hacerlo, porque , ¿quién soy yo para prohibir que ustedes mismos sean libres de escoger aquello que les apasiona y traten de contestar aquellas cuestiones que hemos y tendremos a largo de nuestra vida?, la respuesta es nadie; y de esta forma pretendo enmarcar a esas personas que juzgan de forma cobarde y sin fundamentos verdaderos a la iglesia católica, pero bueno, no quiero parecer un catedrático que intenta “transformar” a todo el que lea lo que he escrito.
    Ahora bien y aunque suene contrario a mis propias palabras creo que en algún momento hemos llegado a tener bajo un concepto diferente a Galileo. Cambiando un poco el tema, también he tenido la oportunidad de leer más acerca de la vida de este, según biógrafos y compañeros suyos, describen a este como un personaje bastante arrogante incluso ladrón de ideas (llegando a robarle proyectos a un sacerdote jesuita), también menospreció a Copérnico y califico al papa de ignorante lo que le valió ser apresado. Un dato interesante es que el mismo papa apoyo los proyectos de Galileo así que ¿de dónde sacamos que la iglesia era tan ignorante en aquellos tiempos como para condenar a un hombre de esa forma, y además si es que fue tachado de hereje cómo fue posible que trabajara de forma tan libre en las narices del vaticano en todas sus investigaciones? No concuerda pero en fin, es una simple opinión; no menosprecie la información que le daré a continuación y por favor léala no se arrepentirá después de todo tenemos distintos puntos de vista que en lo personal respeto.
    Biografia:
    Una revisión de las teorías sobre El origen y la evolución del universo (de John Auping Birch)

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